Una tras otra tras otra

Una tras otra tras otra

Eran las siete de la mañana. Para unas trillizas y para La Parca era la hora de trabajar. Las tres niñas vivían con su madre, Miriam, a quien tenían que ayudar en los quehaceres de la casa.

Las trillizas nunca habían conocido a su padre, el único recuerdo que poseían de él eran sus nombres, ya que las había nombrado ante de irse. A la primera en nacer le puso Persefoné, a la de en medio Makaria, pero le decían Maka y a la más pequeña le Melinoe, le apodaron Meli.

Las tres tenían un parecido a su mamá, tez blanca como la leche de una vaca, con un cabello rojo al igual que un atardecer tan hermoso que solo quieres recostarte sobre el césped y verlo, los ojos era aquello en lo que no se parecían, los de su madre eran color azul y las trillizas los tenían negro carbón.

Cada una de las hermanas tenía sus propias tareas. A Persefoné le tocaba cuidar del jardín, ya que de ahí sacaban mucha de su comida al igual que producto para vender. Maka se encargaba de las cuentas, ella administraba todo lo que entraba y aquello que salía. Meli adoraba pasar los días caminando, por lo tanto, su madre la puso a cargo de los mandados: ir al mercado, recoger paquetes, dejar productos, entre otras cosas.

Ese día las hermanas notaban muy nerviosa a su madre, como si algo extraordinario fuera a suceder. Persefoné decidió ignorarlas y se fue directamente al jardín, pero Maka y Meli no podían dejar de pensar en ella.

-¿Crees que esté bien?- preguntó Meli.

-Sí- contestó Maka nerviosamente – Tú no te preocupes, ve a realizar tus mandados y ya cuando regreses le preguntamos a madre- le dijo Maka. Meli solo asintió y salió de la casa.

Las hermanas eran muy parecidas físicamente, pero en carácter no, elementos completamente diferentes. Persefoné se parecía a las plantas, tranquila, bella y quieta. Maka como una enamorada, todo el tiempo analizaba las cosas y Meli en su mundo, siempre perdida.

Maka estaba sentada en su escritorio haciendo cuentas, llevaba horas ahí y ninguna de sus hermanas había regresado. Salió al jardín y no encontró a su Persefoné, únicamente vio una canasta tirada que estaba llena de flores. Regresó a la casa y su hermana Meli todavía no regresaba, pues solo se escuchaban perros ladrando por todas partes. Su madre seguía dormida, sin despertar.

Maka decidió entrar a su cuarto para despertarla, pero al entrar vio una sombra negra sobre su madre y con dos muñecas diminutas en las manos. Al momento la figura parecía querer ir hacia Maka. Ella solo se alejó y trató de salir, lamentablemente la cosa oscura fue muy rápida, la tocó con sus dedos huesudas, Maka pudo sentir el frío cuando la agarró y después sintió oscuridad.

Columna desarrollada por estudiantes de la Escuela de Comunicación y Empresas de Entretenimiento de la Universidad Anáhuac Mayab en el marco de la asignatura «Narrativa Literaria».

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12 thoughts on “Una tras otra tras otra

  1. Hermoso cuento. Me encantó la personificación de Macaria y Milione, no muchas personas conocen a todos los dioses del inframundo griego. Excelente trabajo caracterizándolas y dándoles vida.
    La historia de amor de Perséfone y Hades tiene muchos detalles que nunca se aclaran en la mitología, actualmente muchos conocen esta leyenda por Webtoons como Lore Olympus o sagas literarias como Percy Jackson. Es refrescante ver algo que está más relacionado con el mito en si, que con las versiones modernas.

  2. Muy creativos los nombres de las mellizas. ¿Me pregunto si la parca tendrá que ver con que el padre ya no esté?

  3. Nunca me imagine ese final, me mantuvo intrigada desde el principio. Me gusto la manera en como la historia encontró un final que nadie se esperaba.

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