Relato de un encuentro

Relato de un encuentro

Eran tiempos de guerra, mi cuerpo había alcanzado aguantar un poco más que mi mente. Necesitaba otro aire, aunque no quería abandonar mi tierra era un mal necesario, como cortar los muertos retoños de una flor en technicolor.

Empaqué lo que pude y con un beso me despedí de mi vida y no di mirada atrás. Después de mucho camino y un largo viaje, arribé a un pequeño poblado que no podía ser más distinto de mi hogar.

Los días se hacían solos, me sentía como la pieza equivocada de un rompecabezas sin poder realmente encajar.  Las noches eran frías y llenas de añoranza por todo lo que había dejado atrás. Pero te encontré a ti, una chica cautivante hasta la última fibra. Verte, me hacía pensar que los milagros existen porque este poeta había encontrado musa para sus versos que dejaron de ser míos para entregártelos en secreto y cabizbajo.

Pasó mucho tiempo de adorarte en silencio, de lejos y con mirada lejana como quien ve un eclipse en los días de mayo, cada vez se hacía cada vez más difícil culpar al viento por las lágrimas que mis ojos dejaban escapar para avisarle al mundo de mi sufrir.

Pero, ¿Cómo contarte?, nada parecía correcto. Tú eras una estrella en lo alto del cielo, yo un niño que intentaba saltar para alcanzarte y que me acompañaras en mi sueño.

Me tuve que alejar, se haría imposible mantener la compostura con tantas emociones dentro de mi. Dormí mis sentimientos como quien desesperado intenta llegar al mundo del sueño, pero solo era una débil represa que no contendría la fuerza del río.

Pasó el tiempo y ya era imposible esconderlo. Me planté, dos cuerpos frente a frente y por un momento me olvidé del mundo y de mí. El tiempo se hizo eterno, en tu mirada vi la negativa antes que pudieras juntar una oración.

Había pasado tanto tiempo admirando tus ojos que podía leerlos tan rápido como el revistero de una sala de espera. Sentí que mi rostro se caía hasta el suelo, días de amargo recuerdo e ira incontrolable.

No me reconocía al verme en el espejo. Pero, ya ha pasado el tiempo y es cierto que cura todas las heridas, creo poder asegurar que hoy no pienso como he pasado mis días sin ti, sino como tú has de pasar el resto de los tuyos sin mí.

 

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